En mi personalidad, en mi ser, hay dos polos opuestos que se atraen constantemente. Por una parte esta mi ser optimista y por otro mi ser pesimista. Mis pensamientos hacia la otra gente y mis pensamientos pensando en mi, solamente en mi. A veces, juegan entre ellos, los polos opuestos se pelean y después de 'la batalla' por así llamarlo, está la acción. Esa acción en la que solamente yo actúo con mis muchas de esas indecisiones, con el si, el no y el quizá. La mayoría de las acciones pensadas y actuadas por mi imaginación conllevan a un sentimiento positivo (felicidad, estar a gusto consigo mismo...). Pero está claro que la imaginación no lo es todo, los finales felices nunca llegan y las lágrimas se deciden a recorrer la mejilla de arriba a abajo, sin querer. No son lágrimas de tristeza ni lágrimas de pena, la mayoría de veces son lágrimas de rabia, de no habértelo pensado una vez más, no haber optado por la otra simple y 'buena' opción. Casi siempre, por no decir siempre, la gente tiene una influencia en mi, en ti, en nosotros y en ellos que nos hacen pensar en las demás opciones, en los demás finales, a los problemas que nos pueden llevar y lógicamente, cómo pensamos solucionarlos si tienen o no tienen solución simple y fácil. Los polos opuestos siguen estando dentro de mi, por un lado el egoísmo, los problemas sin solución, las lágrimas saliendo lentamente desde mis ojos acabando mojando mis labios son constantemente rutina, nada tiene final feliz. Por otra parte, está el conformismo, el último y fuerte empujón que toda persona necesita para seguir avanzando, los pensamientos de 'si que puedes y no te rindas'... Me encantaría poder acabar con el polo que me hace sentirme sumamente destrozada, pero creo que esa acción está entre mis muchas de esas acciones imposibles.
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